El cuerpo que piensa: Una nueva perspectiva sobre la inteligencia
- Pamela Ochoa Levy
- 2 abr
- 5 Min. de lectura
“El cuerpo nunca miente”
-Martha Graham
Si lees frecuentemente este Blog, te habrás dado cuenta de que la “escucha del cuerpo” es un motif recurrente. Es el proceso mediante el cual aprendemos a prestar atención a las emociones, sensaciones y respuestas físicas que experimentamos en nuestro día a día. Esta escucha es la puerta de entrada al universo de lo que en movicorpo® llamamos inteligencia corporal.
Es posible que hayas oído hablar de este concepto en ámbitos como la educación, el entrenamiento, el wellness y la salud mental. Sin embargo, puede resultar difícil de comprender, ya que a menudo, se nos ha enseñado que la inteligencia y la fisicalidad son procesos opuestos.
Al hablar de inteligencia, nos referimos a la capacidad de aprender, razonar, resolver problemas y adaptarse a nuevas situaciones (Wechsler, 1958). Usualmente creemos que dichas capacidades están reservadas únicamente para procesos cognitivos. No obstante, a medida que crece la investigación en los ámbitos del entrenamiento corporal, la educación y la psicología, es evidente que estas habilidades se reflejan también en procesos corporales. Esto resalta la necesidad de integrar la observación y la escucha del cuerpo en los procesos mentales y emocionales.
El psicólogo Howard Gardner fue una de las primeras personas en ampliar esta definición en su teoría de las inteligencias múltiples en su libro “Frames of Mind: The Theory of Multiple Intelligences” (1983). Él propone que la inteligencia no se limita a los procesos lingüísticos y lógico-matemáticos, sino que existe una diversidad de manifestaciones de inteligencia que coexisten, cada una con su propio valor y expresión. Algunas de ellas son: inteligencia espacial, inteligencia artística, inteligencia interpersonal e intrapersonal y, por supuesto, la inteligencia corporal-cinestésica (Gardner, 1983).
Sin embargo, al abordar la inteligencia corporal, la teoría de las inteligencias múltiples puede resultar incompleta. Al aislarla como una categoría separada, se corre el riesgo de desestimar las interconexiones dinámicas entre diferentes tipos de inteligencia y las experiencias humanas vividas en el cuerpo. Además, puede generar la percepción de que sólo algunas personas “poseen” esta inteligencia, desestimando la idea de que todxs podemos desarrollarla a través de prácticas somáticas, aquellas que fomentan el vínculo mente-cuerpo.
Una perspectiva más amplia es la teoría del “Enactment” o teoría enactiva desarrollada por los biólogos y filósofos chilenos Humberto Maturana y Francisco Varela en su obra "El árbol del conocimiento" (1984). Ésta propone que el cuerpo y la mente están intrínsecamente conectados. Las acciones físicas que realizamos influyen en nuestros procesos cognitivos y emocionales, así como nuestros pensamientos y emociones influyen nuestra forma de movernos. Hablar del Enactment en el marco teórico de la inteligencia corporal es relevante ya que, en esta perspectiva, el conocimiento no es meramente un proceso intelectual, sino que se construye a través de las interacciones entre el cuerpo, la mente y el entorno (Maturana y Varela, 1984).
Entonces, ¿qué es la inteligencia corporal?
La inteligencia corporal es un entramado complejo y multidimensional que abarca una serie de habilidades y percepciones que nos permiten habitar, comprender y utilizar nuestro cuerpo e interactuar con el mundo que nos rodea. Esta inteligencia se manifiesta en ciertas habilidades motrices como la coordinación, el equilibrio y la memoria muscular, sin embargo, no está limitada al desarrollo de habilidades motoras, sino que refleja una conexión profunda entre el cuerpo y la mente, donde las sensaciones físicas, las emociones y los pensamientos interactúan de manera integral. Es la capacidad de traducir las señales que envía nuestro cuerpo en información relevante que nos permite tomar decisiones más informadas sobre cómo movernos y cómo interactuar con nuestro entorno.
Para comprender plenamente este concepto, es esencial considerar los sentidos de propiocepción e interocepción y cómo éstos nutren nuestra capacidad de conectar con el cuerpo. La propiocepción hace referencia a la habilidad de percibir la posición de las distintas partes del cuerpo en el espacio así como su movimiento y cómo se relacionan entre sí, sin necesidad de usar la vista (Levine, 2012). Por otro lado, la interocepción es el sentido que percibe las señales internas del cuerpo, como la sed, el hambre, el dolor o el placer. Esta información sensorial es captada por el nervio vago, que se encarga de enviarla al cerebro para que sea interpretada, permitiéndonos responder a ellas de manera adecuada (Cameron, 2001).
Comprender las diferencias y similitudes entre ambos sentidos es crucial para desarrollarlos a profundidad, ya que estas capacidades contribuyen a nuestra conciencia corporal, nuestra regulación emocional y a la toma de decisiones informadas sobre cómo interactuar con el mundo que nos rodea.
En un contexto en el que el sedentarismo afecta a personas de todas las edades y contextos debido al tiempo que pasamos sentadxs ya sea trabajando frente a una pantalla, en el tráfico, o en actividades de esparcimiento, incorporar prácticas somáticas que fomenten tanto la propiocepción como la interocepción se convierte en un antídoto que nos reconecta con la inteligencia innata del cuerpo y nuestra capacidad de expresarnos con autenticidad, permitiéndonos vivir una vida más plena.
Ahora que ya lo sabes, ¡vamos a ponerlo a prueba! Aquí te dejamos un breve ejercicio que puedes realizar en cualquier momento del día. Lo único que necesitas es un espacio cómodo y la intención de conectar con la sabiduría de tu cuerpo. Utiliza este texto como una guía y personalízalo para que atienda a las necesidades de tu cuerpo en el momento presente.
Siéntate en una posición cómoda y cierra tus ojos.
Observa.
¿Cómo se siente tu cuerpo en este momento?
¿Hay alguna zona que esté cargando tensión o cansancio acumulado?
Relaja tu rostro, suavizando los párpados, el entrecejo y la mandíbula.
Visualiza tu columna vertebral e intenta mantenerla vertical, alineando tus hombros por encima de tus caderas y tus orejas por encima de los hombros.
Siente el peso de tus manos cayendo sobre tus rodillas y el contacto de tus isquiones en la silla o el piso.
Poco a poco comienza a tomar conciencia de tu respiración.
Inhala y exhala profundamente a través de la nariz.
Toma aquí 10 respiraciones.
Observa el movimiento de tu torso en respuesta a esta respiración profunda.
Dirige tu atención ahora hacia tu corazón, ¿logras percibir sus latidos?
Gentilmente, manteniendo tus ojos cerrados, comienza a mover libremente tu cabeza. Puedes hacer círculos, moverla de arriba a abajo o de un lado al otro. Busca movimiento que genere una sensación placentera.
Haz esto mismo ahora con tus hombros. Muévelos en distintas direcciones.
Ahora, agrega el movimiento de tus brazos. Movimiento que surja desde tus hombros y que fluya hasta la punta de los dedos.
Por último, mueve tu columna. Puedes extender hacia el cielo, buscar una torsión, hacer una flexión lateral o frontal.
¿Qué zona de tu torso necesita un poco más de espacio el día de hoy?
Si logras identificarlo, regálate ahí un par de respiraciones, concentrándote en la sensación de expansión.
Regresa a una posición neutral y observa si algo sobre tu percepción de tu cuerpo es distinto. Antes de abrir tus ojos toma un momento para agradecer por tu cuerpo y por la capacidad que tenemos de escucharlo.
A medida que te vayas sintiendo cómodx con este ejercicio, puedes hacer movimientos más grandes, activar las piernas o incluso cambiar la orientación de tu cuerpo en el espacio.
¡No olvides compartirnos tu experiencia en los comentarios!
Con cariño,
Pam.
Bibliografía:
Seibert, B. (2022, noviembre 5). Movement never lies: The genius of Martha Graham. The New York Times. https://www.nytimes.com/2022/11/05/books/review/martha-graham-when-dance-became-modern-neil-baldwin.html
Wechsler, D. (1958). The measurement and appraisal of adult intelligence. Williams & Wilkins.
Gardner, H. (1983). Theories of mind: The role of representations in thinking. Harvard University Press.
Maturana, H., & Varela, F. J. (1984). El árbol del conocimiento: Las bases biológicas del entendimiento humano. Editoral Universitaria de Chile.
Levine, P. A., & Land, A. (2012). Trauma healing at the brink: The therapeutic presence of emotional and physical sensations. North Atlantic Books.
Cameron, O. G. (2001). Interoception: The forgotten sense. American Journal of Psychiatry, 158(10), 1614-1615. https://doi.org/10.1176/appi.ajp.158.10.1614
El cuerpo que piensa: Una nueva perspectiva sobre la inteligenca © 2025 by Pamela Ochoa Levy is licensed under CC BY-NC-ND 4.0
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